Salvaguardar y proteger a los niños sin familia es una prioridad clave para los institutos religiosos de todo el mundo. En su misión, los religiosos y religiosas se están adaptando a la necesidad de ofrecer opciones alternativas de cuidado y afrontar desafíos, al considerar diferentes contextos culturales, sistemas legales y la necesidad de actualizar sus políticas y protocolos de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia, al tiempo que promueven siempre el bien superior del niño.
Escenarios
Me gustaría ofrecer dos tipos de escenarios donde operan los institutos religiosos:
- El primer escenario implica a una niña que conoce a sus padres por un breve tiempo, hasta que es separada de ellos por varias razones. Es llevada a una estructura residencial dirigida por un instituto religioso; allí debe adaptarse a la vida según la rutina del instituto, desarraigada de su contexto cultural. Además de las dificultades de adaptación a una cultura diferente, quizás no sepa lo que significa ser amada, y esto la hace vulnerable y en riesgo de ser víctima de abuso. De hecho, según estudios científicos, uno de los factores de riesgo para el abuso es la falta de un entorno familiar para los niños Además, los religiosos que administran la estructura residencial o trabajan en ella están en riesgo por la desprotección tanto del adolescente como del religioso.
- El segundo caso de estudio es el de una niña de tres años que es confiada temporalmente al cuidado de religiosas que trabajan en una casa de acogida anexa a la casa general de su congregación. El padre de la niña murió y su madre ha sido condenada por delitos menores, aunque en algún momento podrá recuperar a su hija. ¿Las religiosas que trabajan en el hogar de acogida tienen suficiente conciencia y preparación en la salvaguardia para hacer frente a este tipo de situaciones? ¿Cómo sabrán los trabajadores sociales que colaboran con la congregación religiosa que la familia es un lugar seguro para el niño cuando se lo devuelvan a su madre?
Un camino seguro para los niños
Los escenarios plantean numerosas cuestiones sobre el camino seguro de los niños desde las instituciones a las familias o entornos familiares, destacando la necesidad de religiosos y religiosas de todo el mundo que establezcan redes para compartir las mejores prácticas:
- Seguimiento y evaluación de la situación de los niños y adolescentes bajo el cuidado del instituto religioso en casas de acogida, estructuras residenciales o centros educativos donde trabajan los miembros de los institutos. Esta fase debe incluir el apoyo de expertos externos.
- Analizar las políticas de protección infantil de los institutos religiosos para determinar si las políticas están actualizadas y en línea con las establecidas por la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño. Además, sería oportuno realizar un estudio preciso sobre la interacción de las fuentes normativas internacionales, nacionales y regionales y las disposiciones del derecho canónico.
- Envío de informes periódicos a un organismo independiente creado por la congregación que podría analizar una base de datos compartida de diferentes provincias/unidades de la congregación y evaluar las actividades organizadas para sensibilizar sobre la salvaguardia y protección (eventos, seminarios, programas de formación sobre infancia y adolescencia).
- Preparar a los miembros en salvaguardia para que estén actualizados sobre los fenómenos más recientes relacionados con la niñez y la adolescencia, como el bullying (acoso), ciberbullying
- (ciberacoso) y body shaming (humillación corporal).
- Lograr en todos los niveles dentro de los institutos religiosos una mejor comprensión de la etiología del abuso y la explotación sexual infantil.
- Liderar una investigación global sobre las causas y consecuencias del abuso y la explotación sexual infantil en realidades en las que los religiosos puedan ser identificados como posibles víctimas (en su propia infancia/adolescencia), perpetradores o testigos que no revelaron delitos cometidos por otros. Se trataría de un análisis histórico complejo que debería considerar la dificultad de investigar elementos que en su mayoría están archivados en mentes y corazones, no documentados en registros médicos o legales.
- Cuidar la salud mental de los miembros de las comunidades religiosas, dado que la mayoría de actividades del servicio conducen a estados de vulnerabilidad incluso entre los miembros más resilientes.
Conclusión
A través de formación periódica en salvaguardia y protección, los miembros de los institutos religiosos de todo el mundo están mostrando un gran compromiso para implementar la reforma del cuidado en las estructuras donde trabajan. Con la posibilidad de ofrecer esta formación en múltiples lenguas y en diferentes regiones del mundo, se están creando nuevos grupos de Círculos de Diálogo de Salvaguardia para conectar institutos religiosos y apoyar su trabajo en las áreas locales donde operan. De esta manera, los religiosos pueden asegurarse de que los niños estén en ambientes seguros donde se sientan protegidos. Como dijo el Papa Francisco, este es un proceso de conversión que “requiere con urgencia la formación renovada de todos aquellos que tienen responsabilidades educativas y que trabajan en ambientes con menores, en la Iglesia, en la sociedad y en la familia. Sólo así, con una acción sistemática de alianza preventiva, será posible erradicar la cultura de la muerte que toda forma de abuso, ya sea sexual, de conciencia o de poder, trae consigo.”
Este artículo es de la publicación “Una familia para cada niño”. Lea la publicación completa clicando aquí.
