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Posted on septiembre 16, 2022

Para el mayor bien de los niños: Familias seguras y acogedoras

Kathleen A. Mahoney, PhD
Senior Program Officer, Global Development, GHR Foundation

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Actualmente, en todo el mundo, hay la tendencia de pasar del cuidado institucional de los niños al cuidado centrado en la familia y la comunidad. Esta tendencia está promovida por décadas de investigación que demuestran la importancia del amor de la familia para el desarrollo sano de un niño a lo largo de su vida. La investigación también documenta los efectos indeseables de la separación familiar y la institucionalización en los niños. Por lo tanto, el mejor lugar para que crezca un niño es en una familia segura y acogedora.

Las familias ofrecen más que cuidado físico; ofrecen cariño, atención y vínculos sobre los cuales se construyen las relaciones a lo largo de la vida. Si es necesario encontrar una alternativa a la familia, debe ser similar al del entorno familiar y centrada en la comunidad. Es posible que en ocasiones sea necesario tomar una decisión urgente sobre el cuidado, pero el cuidado institucional siempre debería ser el último recurso.

Un cuidado continuado para los niños

Los niños necesitan la familia. La familia es el lugar del amor, el cuidado, el ánimo, la motivación y el apoyo. En la familia, el niño recibe la atención individual: una mano, un abrazo. A través del juego, la escucha activa y los gestos, un niño aprende los conceptos básicos del compromiso y la comunicación. Parte integrante de una vida familiar sana, estas simples acciones tienen impactos muy significativos. La calidad de la vida familiar, especialmente los vínculos entre padres e hijos, afecta el desarrollo holístico del niño y establece una trayectoria de vida temprana.

Los lazos fuertes, vínculos sanos, entre un niño y sus padres son primordiales. Las primeras experiencias juegan un papel importante en el desarrollo de la vida. Entre los estudios longitudinales más extensos sobre el desarrollo humano, el British National Birth Cohort Study que en 1946 inició el seguimiento de 14.000 bebés; los participantes ahora tienen 70 años. Se ha demostrado que los padres son la influencia más significativa para el desarrollo cognitivo de un niño y los resultados educativos y profesionales de un niño. Otros estudios han demostrado que los niños que tienen padres afectuosos, que hablan con ellos con frecuencia y los escuchan con atención, se desarrollan mejor y alcanzan mayores logros. La relación entre un adulto que cuida y un niño es tan importante que la privación de dicha relación puede tener consecuencias negativas.

Sin duda, la vida de familia no es una panacea. Las familias a veces luchan y muchas deben hacer frente a desafíos complejos. No todas las familias pueden proporcionar lo básico a sus hijos; no todas las familias son hogares seguros para los niños. La adicción, la enfermedad o la muerte de los padres pueden dificultar el tejido de la vida familiar. Un niño con una discapacidad puede ejercer presión sobre algunas familias, especialmente si el apoyo y los recursos de la comunidad son escasos.

Para algunos niños, es necesaria una alternativa al cuidado de la familia: la adopción, el orfanato, la acogida en familiares o atención especializada. Entre las alternativas para los niños, las grandes instalaciones residenciales deben ser siempre el último recurso, temporal en el mejor de los casos, utilizado solo si no hay otras alternativas disponibles. Esto se debe a que el cuidado institucional a largo plazo priva al niño del desarrollo personal que es fundamental para un crecimiento sano, suele separarlo de la comunidad y la cultura e intensifica otros factores de riesgo.

Cuanto más pequeño es el niño, mayores son los riesgos asociados con el cuidado institucional. Durante las primeras semanas, meses y años de vida de un niño, el cerebro aún se está desarrollando. Se trata de un periodo breve para el desarrollo cognitivo, social, emocional y del lenguaje, capacidades que se construyen a través de interacciones sostenidas y frecuentes con adultos afectuosos. Sin un desarrollo personal continuado, los niños en cuidado institucional corren el gran riesgo de sufrir retrasos cognitivos y físicos.

Cuando permanecen en el cuidado institucional, los niños corren un mayor riesgo de negligencia y abuso. Un número significativo experimenta problemas de salud mental, incluidos traumas, aislamiento y depresión. En algunos casos, los niños han sido traficados fuera de los orfanatos para trabajos forzados o sexo. Como adultos, aquellos que crecieron en cuidado residencial corren un mayor riesgo de quedarse sin hogar, de prisión y suicidio, y tienen más dificultades para establecer relaciones sociales sanas.

Resumen: la importancia de la familia

Las ciencias sociales ponen de manifiesto la importancia de la familia para el bienestar y desarrollo sano del niño. Una familia segura y acogedora es el lugar óptimo donde un niño se relaciona con adultos cariñosos que responden a las necesidades individuales, promueven las cualidades personales y tratan las necesidades específicas. Los vínculos con la familia, especialmente con los padres, hacen que el niño se sienta amado y seguro. Este entorno ayuda a un niño a aprender, ser creativo, resolver problemas, lo básico para un desarrollo sano en el futuro. Privar a un niño del desarrollo en la familia, especialmente una ruptura de los vínculos entre padres e hijos, puede tener implicaciones negativas durante mucho tiempo.

Dada la importancia de una familia, o un entorno familiar, segura y enriquecedora, para un niño, la tendencia hacia el cuidado centrado en la familia y la comunidad merece apoyo. Si una familia tiene dificultades, hay que tomar medidas para fortalecerla y mantener a los niños con quienes los conocen y los aman. Si un niño es separado de la familia, hay que buscar una solución a largo plazo que le proporcione al niño un sentido de pertenencia, seguridad y permanencia. Sin duda, el niño debe volver con su familia tan pronto como la seguridad en la familia lo permita.

Un niño es un regalo precioso. Una familia segura y acogedora ofrece al niño un sentido de pertenencia y permanencia que es fundamental para un desarrollo sano. No se trata sólo de comida, ropa y vivienda. Un niño necesita una mano que lo sostenga, una persona que lo anime y lo apoye en el desarrollo de su potencial. Este es el papel, el lugar y la fuerza de la familia. A veces, las familias luchan, algunas de forma admirable. Sin embargo, con apoyo y resiliencia inherente, las familias suelen ser fuertes. Lo mejor para un niño es crecer en una familia segura y acogedora. 

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