Jeremiah Banda, director de los programas ZAS y la Hna. Elizabeth Muleya, secretaria general ZAS
Como Asociación de Hermanas de Zambia (ZAS), nuestro mensaje es abrazar las reformas globales y nacionales del cuidado infantil que ponen énfasis en la promoción del cuidado centrado en la familia y/o entornos similares a los familiares como el mejor lugar para fomentar el crecimiento de los niños que están en Instituciones de Cuidado Infantil (CCF).
Según las investigaciones, está claro que el cuidado institucional tiene efectos devastadores en el crecimiento y el bienestar de un niño desde el punto de vista psicológico, social y cultural. Estos niños no pueden adaptarse y vivir una vida comunitaria significativa cuando dejan el cuidado institucional porque carecen de habilidades básicas de supervivencia como lavar, barrer, cocinar y otras habilidades para la vida. Principalmente, sufren traumas y otros efectos negativos de la institucionalización. Además, el ritmo de crecimiento de los bebés que crecen en una institución se retrasa tres meses por la falta de juego y estimulación temprana.
Teniendo en cuenta lo anterior, la llamada a la transición desde el actual cuidado en instituciones al cuidado familiar responde al interés por lo mejor para el niño y no puede haber llegado en un momento mejor. Además, es necesario hacer la transición de instituciones de cuidado infantil a personas que ofrezcan servicios que se centren en el fortalecimiento y la ampliación familiar.
La transición de estos CCF a estancias de duración fija y determinada para los niños que necesitan cuidado no eliminará para nada el carisma, pero sí garantizará que las congregaciones continúen expresando sus carismas en servicios que se centrarán en el fortalecimiento y la protección de la familia. Al ser la unidad social más pequeña, la familia es la piedra angular para que los niños crezcan de modo que se les puedan inculcar los valores de «ubuntu».
Cambiar el modelo de cuidado es el proceso a seguir para que los niños puedan experimentar los valores familiares, tener un árbol genealógico y crecer en una comunidad y sociedad que los está moldeando para afrontar la realidad de la vida y construir su resiliencia ante esta, independientemente de los desafíos futuros y las situaciones a las que deberán hacer frente.
Nuestro agradecimiento a la Asociación de los miembros de las Conferencias Episcopales de África oriental por poder hacer uso de este artículo publicado en la revista AMECEA en julio de 2022.