Una historia de esperanza, compasión y el poder de la vigilancia comunitaria
En el corazón de Livingstone, Zambia, el día de Malita Mulala dio un giro inesperado al recibir una noticia angustiosa: un bebé de un año y nueve meses había sido encontrado abandonado en la calle. Vulnerable y solo, el niño corría el riesgo inmediato de ser internado en una institución para niños.
Como miembro capacitada de los Comités de Asistencia para el Bienestar Comunitario (CWAC), Malita había recibido capacitación especializada de ZAS-CCCZ sobre mecanismos de control de acceso, un conjunto de habilidades destinadas a prevenir la institucionalización innecesaria mediante la promoción del cuidado familiar. Este era su momento de poner en práctica sus conocimientos.
Una intervención crítica
Cuando intervino la policía, su primer instinto fue internar al niño en una institución. Sin embargo, Malita comprendió que la atención institucional siempre debe ser el último recurso. Con determinación y las habilidades que había adquirido, abogó por un enfoque diferente.
Con la aprobación de la policía, Malita acogió temporalmente al niño, brindándole calor, alimento y consuelo emocional. Pero su misión estaba lejos de terminar: estaba decidida a encontrar a la familia del niño y asegurar una reintegración segura y amorosa.
El poder del mapeo comunitario
Utilizando las técnicas de mapeo comunitario aprendidas durante su formación, Malita inició su búsqueda. Visitó a líderes locales, interactuó con miembros de la comunidad e hizo las preguntas adecuadas. Su persistencia dio sus frutos cuando encontró a la abuela materna del niño, una anciana devastada al enterarse de la terrible experiencia de su nieto. Creía que el niño estaba a salvo, sin saber lo que había sucedido.
Mientras tanto, los padres del niño habían sido detenidos y enfrentaban consecuencias legales por sus acciones. Reconociendo la importancia de la estabilidad familiar y de una reintegración adecuada, Malita fue más allá de la reunificación: facilitó el apoyo posterior a la reintegración conectando a la familia con agentes de bienestar social, ayudándoles a acceder a transferencias sociales y orientando a la abuela sobre prácticas adecuadas de cuidado.
Un futuro transformado
Gracias al compromiso y a la formación de Malita, el destino del niño cambió de una vida de institucionalización a un hogar lleno de amor y cuidados.
Su historia es un poderoso testimonio del impacto del desarrollo de capacidades, de las iniciativas comunitarias de protección infantil y de la participación comunitaria. Destaca cómo una persona empoderada puede transformar vidas, preservar los lazos familiares y prevenir la separación innecesaria de niños.
Juntos podemos mantener unidas a las familias
Todo niño merece el amor y la seguridad de una familia. Al dotar a los miembros de la comunidad de las habilidades y de los conocimientos adecuados, podemos garantizar que ningún niño quede excluido.
Por la Hna. Catherine Mpolokoso – Catholic Care for Children Zambia
